Km: 21 – km totales: 213,2 – ampollas / vesciche: 0 – totales: 1

[ESPAÑOL]
Hazañas propias y ajenas
Los tipos de alojamiento disponibles en el Camino son varios. La mayoría son de bajo coste por evidentes motivos: el peregrino es por definición un mochilero que, en el caso del Camino francés, debe pagarse más de un mes fuera de casa: cenar, dormir, lavarse, desayunar, almorzar… Además, en el periodo de preparación, antes de salir de casa, es muy probable que deba adquirir algunas cosas, en caso de que no esté habituado a hacer camping, trekking u otras actividades semejantes: calzado adecuado, saco de dormir, mochila, hasta obtener una lista más o menos larga, según cada caso. Todo eso aumenta los gastos, por lo que una vez en el Camino, la mejor opción siempre es la más barata: un albergue.

En los albergues se suele compartir una gran habitación con desconocidos (en principio, todos peregrinos), las camas están organizadas en literas y también suele haber una cocina que se puede usar libremente y un espacio donde comer o conversar. A partir de ahí, las diferencias. Jardín, lavandería (para lavar a mano o a maquina), tendedero, bar, piscina, etc. (algunos los tienen y otros no). Por otra parte, los horarios de apertura, cierre y silencio son normalmente estrictos y hay unas ciertas normas que cumplir.
Sin embargo, a veces no hay suficientes plazas en los albergues, y algunos peregrinos acaban yendo a pensiones, hostales e incluso a hoteles, dependiendo del poder adquisitivo de cada uno, pero en ese caso los establecimientos suelen adaptarse a lo que busca el peregrino: sellan la credenciales y ofrecen lavandería, por ejemplo.

Caballero y escudero han probado las maravillas de una pensión por primera vez en Nájera, y dadas las comodidades añadidas, se han sentido premiados por el destino. Toallas, ropa de cama, desayuno completo servido en el mismo lugar por un precio razonable… son lujos que ya tenían casi olvidados y han dado por bien empleado el sobrecoste añadido a los gastos habituales. Al llegar a horas intempestivas para un almuerzo ordinario, acabaron haciendo una de esas meriendas-cenas que empiezan a ser habituales. Menestra de verduras, bacalao con tomate y patatas a la riojana. Demasiada hambre para acordarse de hacer la foto.
Por la mañana han partido apenados por no haber tenido mucho tiempo para visitar el lugar, pueblo pintoresco que abre el apetito turístico, pero las fuerzas del peregrino deben ser reservadas para la marcha y por la tarde se antojan siempre limitadas para lo que desearía el espíritu aventurero.
Desde el primer momento, los paisajes son dignos de retener en la memoria, y el caminante se sigue admirando a cada paso. El cielo cubierto permite una temperatura propicia para la contemplación, pero como sucede a menudo en la vida misma, la tranquilidad se rompe con una vieja amenaza: el escudero acusa de nuevo el dolor que le impide caminar a gusto. Su paso se hace cada vez más lento y su caminar más torpe.

Al llegar a Azofra, se encuentran con varios peregrinos en la terraza de un bar desayunando, y ellos aprovechan para tomarse un tentempié. Como también hay una farmacia en las inmediaciones, el caballero entra movido por las necesidades de su escudero y compra un ungüento milagroso que podría ayudarlo a paliar sus dolores. Cuando retoman la marcha, tienen la esperanza de que el recurso funcione.
A partir de Azofra, el paisaje va perdiendo viñedos y ganando cereales. El sol termina de salir a eso de las diez, el calor va subiendo y va poniendo a prueba a los caminantes. El ritmo del escudero va menguando y el caballero ha de adaptarse a sus cambios, se detiene y lo espera mientras él hace esfuerzos por no parar. Aunque a veces el caballero resopla y siente pesado el deber de detenerse y de alargar la duración de su jornada, es muy consciente de que en el Camino, como en la vida, es imposible avanzar siempre al propio ritmo. Los días y los senderos imponen sus leyes. Algunas veces hay que acelerar más de la cuenta para no perder los trenes, y en otras ocasiones es necesario esperar con paciencia para dar un paso. La alternativa es caminar siempre solo, desprovisto de la compañía y la conversación. De modo que, tras un instante de incomodidad pasajera, rehace sus pasos a las necesidades que la ocasión impone.
También el Camino aprieta, pero no ahoga, y en esta jornada da más de un respiro a los caminantes. El primero es en una acequia donde el escudero puede refrescar sus pies (siguiendo el consejo de la farmacéutica) y aplicar el ungüento adquirido. Y el efecto es casi milagroso, por la necesidad que tenían sus pies de descongestionarse. El segundo es un área de descanso de las que abundan en la vía compostelana. Son puntos en los que reposar el cuerpo y dar contento a la mente, que como él necesita avanzar poco a poco y tomar un respiro cada cierto tiempo.

Después de pasar Cirueña sin pena ni gloria (da una impresión moderna y lo que ven los ojos del peregrino podría atribuirse a cualquier otra población del país), se sale del nuevo al campo, hecho de pequeños repechos que ocultan lo que viene después, hasta que aparece Santo Domingo de la Calzada, punto final del recorrido. Pero que no se engañe el caminante: a pesar de lo que parece a primera vista, la meta está aún lejos. El peregrino se siente como Moisés ante la Tierra Prometida, pues parece al alcance de la mano después de una diáspora difícil y llena de fatigas, aunque ellos no hayan tenido que separar las aguas de mar alguno para llegar al punto en que se encuentran. El escudero de nuevo titubea y las lomas calcinadas que se ven cerca le recuerdan el fuego que sale de nuevo de sus pies. Desea más que nadie concluir la jornada.
Pero para su bien, les llega otra ayuda de los dioses. Se sabe que la conversación es útil para mitigar la fatiga, pues despista el pensamiento y evita que se entretenga en el dolor sufrido. La ocasión para charlar llega ahora gracias a Host y Marion, dos alemanes con los que se han cruzado en varias ocasiones sin intercambiar más que saludos de circunstancias. Sin embargo, ahora les explican que llevan caminando cuatro meses, que salieron de su casa de Múnich a principios de abril con el deseo de empezar su Camino nada más echarle la llave, que han atravesado Francia y sintieron una emoción indescriptible cuando traspasaron la frontera casi invisible que les permitió entrar en Navarra. Ya estaban en el país de Santiago. Quedaba menos para llegar a su destino.
Caballero y escudero sienten toda la admiración del mundo y se dan cuenta de que siempre hay alguien cuyas hazañas son mucho más admirables que las que uno ni siquiera es capaz de plantearse. Y con esa idea en la cabeza, llegan a Santo Domingo.
Pensamientos del día
El Camino aprieta, pero no ahoga.
Siempre hay alguien que se ha esforzado más que tú y no se da tanto mérito.
Aminorar la marcha es a veces la mejor manera de llegar antes.
Si un paso cuesta,
el segundo te duele.
Llegar te calma.
[ITALIANO]
Imprese proprie e altrui
I tipi di alloggio disponibili sul Cammino sono vari. La maggior parte sono di basso costo per ovvi motivi: il pellegrino è per definizione un saccopelista che, nel caso del cammino francese, deve pagarsi più di un mese fuori casa: cenare, dormire, lavarsi, fare colazione, pranzare… Inoltre, durante il periodo di preparazione prima di partire, è molto probabile che debba fare alcuni acquisti, se non è abituato a far campeggio, trekking, ecc.: calzature adeguate, sacco a pelo, zaino, fino ad avere una lista più o meno lunga, a seconda dei casi. Tutto ciò aumenta le spese, per cui quando si è già sul Cammino, la migliore opzione è sempre la più economica: un ostello.
Negli ostelli di solito si condivide una grande stanza con degli sconosciuti (in teoria, tutti pellegrini), i posti letto sono organizzati in letti a castello e c’è anche una cucina da usare liberamente e uno spazio dove mangiare o conversare. Da lì in poi, le differenze. Giardino, lavanderia (per lavare a mano o a macchina), stendino, bar, piscina, ecc. (alcuni ostelli ce lì hanno, altri no). D’altra parte, gli orari di apertura, chiusura e silenzio sono normalmente rigidi e ci sono certe regole da rispettare.
Tuttavia, a volte non ci sono abbastanza posti per tutti negli ostelli, e allora alcuni pellegrini finiscono per alloggiare in pensioni, o addirittura in alberghi, secondo il proprio potere d’acquisto, ma in quel caso gli stabilimenti si adattano di solito ai bisogni del pellegrino: ad esempio, timbrano le credenziali e offrono i servizi di lavanderia.
Cavaliere e scudiero hanno provato le meraviglie di una pensione per la prima volta a Nájera e, viste le comodità aggiunte, si sono sentiti premiati dal destino. Asciugamani, lenzuola, colazione completa servita nello stesso posto per un prezzo ragionevole… sono lussi che avevano quasi dimenticato e quindi considerano il sovrapprezzo inaspettato un buon investimento. Siccome sono arrivati tardissimo per un pranzo ordinario, fanno una di quelle merende-cene che cominciano ad essere abituali. Menestra de verduras (verdure e legumi saltati), baccalà con sugo di pomodoro e patate alla riojana. Troppa fame per ricordarsi di fare la foto.
La mattina sono partiti dispiaciuti perché non hanno avuto molto tempo per visitare il posto, paese caratteristico che apre l’appetito turistico. Ma le forze del pellegrino devono essere riservate per la marcia e quando arriva il pomeriggio sembrano sempre limitate per quello che vorrebbe lo spirito avventuriero.
Dal primo momento i paesaggi sono degni da ricordare, e il camminatore continua a stupirsi ad ogni passo. Il cielo coperto permette di avere una temperatura perfetta per la contemplazione, ma come spesso succede nella vita, la tranquillità si rompe con una vecchia minaccia: lo scudiero percepisce di nuovo il dolore che gli impedisce di camminare a piacere. Il suo passo è sempre più lento e il suo camminare più impacciato.

Quando arrivano ad Azofra, incontrano vari pellegrini che fanno colazione sui tavolini esterni di un bar, cavaliere e scudiero ne approfittano per mangiare un boccone. Siccome c’è anche una farmacia nei dintorni, il cavaliere ci entra motivato dalle necessità del suo scudiero, e compra un balsamo miracoloso che potrebbe aiutarlo a ridurre i suoi dolori. Quando riprendono la marcia, hanno la speranza che la risorsa funzioni.
Da Azofra in poi, il paesaggio perde pian piano le viti e guadagna i cereali. Il sole esce del tutto più o meno alle dieci, il caldo sale e mette alla prova i camminatori. Il ritmo dello scudiero diminuisce e il cavaliere vi si deve adattare. Si ferma e lo aspetta mentre lui fa un grande sforzo per andare avanti. Anche se il cavaliere a volte sbuffa e gli pesa un po’ il dovere di fermarsi e di allungare la durata della sua giornata, è consapevole del fatto che sul Cammino, come nella vita, è impossibile camminare sempre al proprio ritmo. I giorni e i sentieri impongono le loro leggi. A volte bisogna accelerare più del normale per non perdere i treni, e altre volte è necessario aspettare con pazienza per fare un passo. L’alternativa è camminare sempre da soli, sprovvisto dalla compagnia e dalla conversazione. Così, dopo un istante di scomodità passeggera, adatta i suoi passi ai bisogni che l’occasione impone.

Anche il Cammino ci dà solo quello che possiamo sopportare, e in questa giornata concede più di un respiro ai camminatori. Il primo è un canale d’irrigazione dove lo scudiero può rinfrescare i piedi (seguendo il consiglio della farmacista) e mettersi il balsamo acquistato. E l’effetto è quasi miracoloso, per via della necessità che avevano i suoi piedi di sgonfiarsi. Il secondo è un’area di riposo di quelle che si trovano spesso sulla via compostellana. Sono punti in cui riposare il corpo e soddisfare la mente, che come il corpo ha bisogno di avanzare pian piano e fare un respiro ogni tanto.
Dopo aver attraversato Cirueña senza infamia e senza gloria (dà un’immagine moderna e quello che vede il pellegrino potrebbe attribuirsi a qualsiasi altra cittadina del Paese), si esce di nuovo in campagna, fatta di piccoli pendii che nascondono quello che arriva dopo, finché non sorge Santo Domingo de la Calzada, punto finale del percorso. Ma il camminatore non deve ingannarsi: nonostante quello che può sembrare a prima vista, la meta è ancora lontana. Il pellegrino si sente come Mosè davanti alla Terra Promessa, perché il traguardo sembra essere a portata di mano dopo una diaspora difficile è piena di fatiche, anche se loro non hanno dovuto separare le acque di nessun mare per arrivare al punto dove si trovano. Lo scudiero si mostra di nuovo titubante e i pendii calcinati che si vedono vicini gli fanno venire in mente il fuoco che sputtano di nuovo i suoi piedi. Desidera più di nessun’altra persona concludere la giornata.

Ma per fortuna gli arriva un altro aiuto dal cielo. Sì sa che la conversazione è utile per mitigare la fatica, dato che inganna il pensiero evitando che si trattenga nel dolore sofferto. L’opportunità per chiacchierare arriva ora grazie a Host e Marion, due tedeschi con cui cavaliere e scudiero si sono incrociati varie volte senza scambiare più di qualche normale saluto. Invece adesso spiegano che è da quattro mesi che camminano, che sono partiti dalla loro casa di Monaco all’inizio di aprile con il desiderio di iniziare il Cammino in quel preciso istante in cui la chiudevano a chiave, che hanno attraversato La Francia e hanno sentito un’emozione particolare nell’oltrepassare il confine quasi invisibile che gli ha permesso di entrare nella Navarra. Si trovavano finalmente nel Paese di Santiago. Mancava meno per arrivare a destinazione.
Cavaliere e scudiero sentono una grande ammirazione e si rendono conto che c’è sempre qualcuno le cui imprese sono molto più ammirevoli di quelle che loro hanno mai avuto il coraggio di immaginare. E con quest’idea in testa arrivano a Santo Domingo.

Pensieri del giorno
Il Cammino ti dà solo quello che riesci a sopportare.
C’è sempre qualcuno che ha fatto più fatica di te e non si dà così tante arie.
Diminuire la velocità è a volte il miglior modo di arrivare prima.
Se un passo costa,
il secondo fa male.
Arrivar calma.
Ay! Espero que los pies del escudero se vayan recuperando con los ungüentos que habeis comprado y lo que se tercie…estamos sufriendo un poco todos con el!
Es una alegria cada vez que veo que has colgado una nueva etapa. Mucho animo, y a seguir caminando!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias, Loli. No quiero adelantar acontecimientos, pero la batalla continúa…
Me gustaMe gusta
Ayayaya…que me tienes enganchada!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
😂
Me gustaMe gusta
Esos alemanes….. ¡Admiración absoluta!
Mucho ánimo y saludos cordiales (se retira cojeando….)
;)))
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Qué irreverente!
Me gustaMe gusta
Vamos chicos que ya queda menos.
Mucha fuerza 💪💪💪
Te quiero hermano
Me gustaLe gusta a 1 persona
Mucho ánimo. Donde quiera que estéis 😅
Me gustaLe gusta a 1 persona
Sarà la mia anima fiamminga, ma quest’ultima foto mi fa venire in mente l’Inquisizione. La porta fatta a griglia, questi archi incombenti… A parte questo: forza ragazzi!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Decisamente, è la tua anima fiamminga! 😜
Me gustaMe gusta
Como verás, hermano, voy con retraso pero me pondré al día en breve. Ahora vamos Triana yo en el AVE, camino de CR y como ya estoy de vacaciones, me pondré al día en un periquete.
Tengo en mi alma los pies del escudero 😢😚
Me gustaLe gusta a 1 persona
Yo tb voy con retraso 🤷🏻♂️
Me gustaMe gusta