El Camino Inverso – Il Cammino Inverso. Jornada 2 / Giornata 2: Roncesvalles – Zubiri

Km: 21,5 – km totales: 47,2 – ampollas / vesciche: 0

Perfil de la etapa. Profilo della tappa. Guía Eroski Consumer.
Resumen de la jornada. Riassunto della giornata

[ESPAÑOL]

Una calma inesperada

Entiendo a Caperucita Roja y su fascinación por el bosque. Si hay algo que me ha gustado especialmente de ir desde Roncesvalles a Zubiri es la presencia constante de enormes extensiones boscosas: hayas, robles, coníferas, un manto verde con reflejos de plata que te cubre literalmente y te hace sentir protegido, lo que refleja perfectamente esa niñez que en Travesía se corresponde con la etapa que nos ocupa. El bosque atlántico y mediterráneo es como una madre protectora que te permite caminar y equivocarte, pero nunca te abandona.

Desde el principio, con 14° de temperatura en el punto de partida, el cielo cubierto y un txirimiri tímido que acabó por retirarse, nos internamos en el Robledal de las Brujas sin protección (ni crema solar, ni gorra, ni falta que hacían). Por lo menos hasta después de haber caminado 13 km no empezó a abrirse ese mismo cielo y a hacernos pensar que tal vez no debíamos posponer la decisión de untarnos la crema. En el camino como en la vida es mejor no arriesgar esperando que el problema pase, y poner remedio enseguida a las dificultades, por nimias que parezcan. El recorrido engañaba porque siempre había un bosque a la vista que hacía albergar esperanzas, pero al final decidimos parar para protegernos del sol.

Cuando se ensanchan las miras, llegan los pastos en que pacen las bestias, vacas y ovejas con aspecto de felicidad antigua, como de égloga renacentista, el sendero se encarama hacia nuevas alturas por miedo a que lo tachen de aburrido, y el peregrino amante de los desafíos asequibles agradece la decisión.

Los asentamientos humanos también dan una alegría a la vista y al corazón sensible, por ejemplo en Burguete y sus casas de siglos adornadas con primor, que consiguen mantener la armonía del centro urbano, a pesar de algún edificio contemporáneo. Perros y gatos reposando su fatiga hereditaria en el frontón de Linzoain, donde los jóvenes jugarán a la pelota vasca en horarios más convenientes que aquellos en los que pasa el peregrino.

El final de la etapa hace olvidar la serenidad inicial porque la bajada se hace más pronunciada y el terreno se llena de nuevo de piedra hostil. Nos preguntamos por qué siempre termina lo bueno cuando más lo disfrutamos. Aun así, después de la etapa de ayer, esta ha sido un regalo indiscutible, lo que tal vez signifique que tiene razón quien dice que después de la tormenta siempre llega la calma.

Cuando llegamos a Zubiri, vamos directamente a comer al Bar Valentín, que tiene mesas fuera, ocupadas por peregrinos y gente del lugar. Encontramos sitio de milagro en una mesa para dos y entro en el local para pedir la comida (fuera habíamos visto ya su oferta de menús del día).

- Tienes que pedir y pagar aquí. Te llevas esto y cuando pite vienes y te llevas la comida. No hay camareros para las mesas porque nadie quiere trabajar -me dice el camarero.

Quiere parecer enfadado, pero no lo consigue. Su tono bromista y su ligero acento del Este no se lo permiten. Yo hago los deberes a la perfección y como recompensa me llevo mi comida para reponer fuerzas como sólo el peregrino se merece.

Alguien nos aconsejó no quedarnos en Zubiri, pasar de largo y ir directos a Pamplona (20 km más). Craso error. El pueblo es agradable y el albergue Segunda etapa cómodo, poco masificado y limpio. Siempre hay quien en el camino decide complicarse la existencia. No ofendamos al destino ni creemos dificultades innecesarias. Ya vendrán ellas solas cuando toque. Como en la vida misma.

Además, la recepcionista del albergue y chica para todo es tremendamente servicial, simpática, expansiva y hasta cantarina. Cuando ya llevamos instalados una media hora, irrumpe de pronto como por una urgencia inaplazable tan solo para darnos un consejo que se le había olvidado: mañana no encontraremos nada abierto a medida que nos vayamos acercando a Pamplona.

Más tarde desde el primer piso se la oye dando instrucciones a un peregrino extranjero no muy ducho en la lengua de Cervantes. Repite muy despacio el código de entrada de la puerta como si el susodicho fuera sordo y luego “Y EMPUJAR”. El peregrino se debe de quedar a cuadros porque no sabe qué número es ese. “¿Empugar? -pregunta. “Sí, sí” -continúa ella con el mismo desparpajo. Repite los cuatro números “Y EMPUJAR…. EMPUJAR”. Y me la imagino desde arriba empujando una puerta imaginaria y hasta poniendo cara de esfuerzo para hacerse entender. Viva el espíritu del Camino.

Pensamientos del día

El bosque es un placer.

El nublado también tiene su encanto.

La brisa es un consuelo que siempre vuelve.
Deja a la espalda
la montaña más dura.
Entra en el bosque.

Índice de entradas

Poema de Travesía

Después de atravesar los Pirineos, el peregrino ya ha nacido al camino. En la etapa de hoy se inicia la infancia, por lo que en el poema Despertares he querido expresar ese momento de la vida en que el bebé, aún totalmente dependiente de su madre, empieza a reconocerse a sí mismo, a diferenciarse de su madre, a comprender que esa mano que mueve es parte de él, pero que los ojos que lo observan, el pecho que lo amamanta y la voz que lo arrulla son de otra persona. Esa persona es su centro vital, no puede ni siquiera concebir la idea de que no exista, pero por desgracia un día eso sucederá. Por suerte, aún no lo sabe. Es ese velo de ignorancia que es su mejor tesoro.

Es uno de los poemas que más me gusta de Travesía. Como otros del mismo libro, no tiene referencias directas a lugares del Camino, sino solo a la etapa vital que representa. Por eso, no hay razón para que hoy no hubiera escrito lo mismo.

Despertares

Un día descubres
que esa mano que siempre te acompaña
es parte de tu cuerpo
y puedes decidir lo que quieres que haga.
La entregarás a veces a modo de saludo.
Al enseñarla libre de piedra arrojadiza
entenderán los otros
que eres hombre de paz o mujer de palabra.

Pero quizás la uses en contra de tu prójimo
o tal vez solo quieras ocultarla
cuando la voz de alarma demande a los valientes.
Es una grave incógnita
que marcará por siempre tu destino
pero que aún no puedes resolver a tu antojo.

Otro día descubres
que los ojos que observan
cómo te mueves torpe a través de los días
(esos que van mirando
tu vida con afecto
y nunca se arrepienten de gastarlo contigo)
jamás te pertenecen
y tampoco esa voz
que te acuna en la noche,
ni ese pecho templado que te abriga
y te da de comer sin pedir nada a cambio.

Aunque en este momento no parezca posible,
aunque en este principio de la calle ascendente
esa verdad te duela como ninguna otra,
podrás seguir andando sin ella en un futuro,
y deberás hacerlo.
Pero en estos instantes la vida te regala
un velo de ignorancia que es tu mejor tesoro.
Una dote preciosa que carece de oro.

[ITALIANO]

Una calma inaspettata

Capisco Cappuccetto Rosso e la sua attrazione per il bosco. Se c’è qualcosa che mi è piaciuto particolarmente nell’andare da Roncisvalle a Zubiri è stata la presenza costante di enormi foreste: faggi, roveri e conifere, un manto verde con riflessi di argento che letteralmente ti copre e ti fa sentire protetto, il che riflette perfettamente quella infanzia che in Travesía corrisponde con la tappa di oggi. Il bosco atlantico e mediterraneo è come una madre protettrice che ti permette di camminare e di sbagliare, ma non ti abbandona mai.

Dall’inizio, con 14° di temperatura nel punto di partenza, il cielo coperto e una finissima pioggia timida che finalmente si è ritirata, ci siamo addentrati nel Rovereto delle Streghe senza protezione (né crema solare, né cappellino, dato che non ne avevamo bisogno). Almeno fin quando non avevamo percorso 13 km, non si è aperto quello stesso cielo. Questo voleva dire che magari non dovevamo posticipare la decisione di metterci la crema solare. Sul cammino come nella vita è meglio non aspettare sperando che il problema passi, e trovare subito un rimedio alle difficoltà, anche se sembrano insignificanti. Il percorso ingannava perché c’era sempre un bosco in vista che faceva nutrire speranze, ma alla fine abbiamo fatto una sosta per proteggerci dal sole.

Quando si dilata la visuale, arrivano i pascoli dove le bestie brucano, mucche e pecore con l’aria di una antica felicità, come di egloga rinascimentale, il sentiero si arrampica verso nuove altezze per paura di essere considerato noioso, e il pellegrino amante delle sfide sostenibili ringrazia per la decisione.

Anche gli insediamenti umani danno allegria alla vista e al cuore sensibile, per esempio a Burguete e le sue case addobbate con cura, che riescono a mantenere l’armonia del centro urbano, nonostante qualche palazzo contemporaneo. Cani e gatti riposano la loro fatica ereditaria nel frontón di Linzoain, dove i giovani giocheranno a palla basca in orari più convenienti di quelli in cui passa il pellegrino.

La fine della tappa fa dimenticare la serenità dell’inizio perché la discesa diventa più pronunciata e il terreno si riempie di nuovo di pietra ostile. Ci chiediamo perché le cose buone finiscono sempre quando più ce le stiamo godendo. Comunque, dopo la tappa di ieri, questa è stata un regalo indiscutibile, il che significa che magari ha ragione chi afferma che dopo la tempesta arriva sempre la calma.

Quando arriviamo a Zubiri, andiamo direttamente a pranzare al Bar Valentín, che ha dei tavoli fuori occupati da pellegrini e gente del luogo. Troviamo fortunatamente un posto in un tavolo per due, poi entro nel locale e ordino (fuori avevamo già visto la sua offerta di menù del giorno).

- Devi ordinare e pagare qui. Porti questo con te e quando fischia, vieni e ti prendi il cibo. Non ci sono camerieri per i tavoli perché nessuno vuole lavorare -mi dice il cameriere.

Vuole sembrare arrabbiato, ma non ci riesce. Il suo tono scherzoso e il suo leggero accento dell’Est non glie lo permettono. Io faccio i miei compiti alla perfezione e come ricompensa mi prendo il mio cibo per riprendere le forze come soltanto il pellegrino merita.

Qualcuno ci ha consigliato di non rimanere a Zubiri, superarlo e andare direttamente a Pamplona (20 km in più). Grosso errore. Il paese è carino e l’ostello Seconda tappa confortevole, poco massificato e pulito. C’è sempre chi sul cammino decide di complicarsi l’esistenza. Non offendiamo il destino né creiamo delle difficoltà inutili. Arriveranno da sole quando toccano. Proprio come succede nella vita.

Cómo no recordar Secretos del corazón.

Inoltre, l’hospitalera dell’ ostello e tuttofare è molto disponibile, simpatica, espansiva e perfino melodiosa. Dopo che ci eravamo già accomodati da una mezz’oretta irrompe nella stanza come fosse un’urgenza per darci un consiglio che si era prima dimenticata: domani non troveremo niente di aperto man mano che ci avvicineremo a Pamplona.

El gato del frontón de Linzoain / Il gatto del frontón di Linzoain

Più tardi dal primo piano la si sente dare istruzioni a un pellegrino straniero che non ha molta dimestichezza con la lingua di Cervantes. Ripete molto lentamente il codice di ingresso come se il suddetto fosse sordo e dopo aggiunge “E SPINGERE”. Il pellegrino è rimasto probabilmente di stucco perché non sa di quale numero si tratti. “Spignere?” -domanda. “Sì, sì” -continua lei con la stessa disinvoltura. Ripete i quattro numeri e “E SPINGERE…. SPINGERE”. Da sopra io me la immagino spingendo una finta porta, facendo pure il gesto come se dovesse realmente sforzarsi per aprirla. Evviva lo spirito del Cammino.

Para reponer fuerzas / Per riprendere le forze

Indice del blog

7 comentarios sobre “El Camino Inverso – Il Cammino Inverso. Jornada 2 / Giornata 2: Roncesvalles – Zubiri

  1. Leer tu post tanto en español como en italiano, mi gusto por las canciones de Vasco Rossi y una pizca de cachondeito manchego provoca que tenga todo el día sonando en mi cabeza “Senza parole” solo que cambiado la letra por “Crema solare”.

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