Km: 24 – km totales: 91,6 – ampollas / vesciche: 0


[ESPAÑOL]
Nuevos paisajes y primeros dolores
Dejar Pamplona es siempre una desilusión para cualquier viajero, sea este peregrino o de otro tipo. Percibe con claridad el caminante que la ciudad, sin ser metrópoli, ofrece mucho a cambio de bien poco, por lo que se le antoja pecado de cierta importancia abandonarla sin haberla siquiera visitado en condiciones. Menos mal que tiene el consuelo de que su peregrinaje desinteresado le pueda valer para expiar la culpa, pues, aunque este no sea Año Santo Compostelano y, por tanto, llegar a la meta no le sirva para conseguir la indulgencia plenaria, tiene la esperanza de que como mínimo pueda serle útil para echarle un agua al alma, manoseada por las debilidades cotidianas, y dejarla con nuevo lustre.
Además de algún paseo por el centro y una estancia en la Plaza del Castillo que casi le vale -dicho sea de paso- una pulmonía (22 grados y un viento del norte que estiraba las pieles in secula seculorum), recuerda especialmente la visita al centro de interpretación del Camino de Santiago, en el que el visitante es acogido por Mikel, joven trabajador del Ayuntamiento pamplonés que explica con la devoción de aquel que ama su trabajo, pero sin la prepotencia de quien está encantado de conocerse. Museo gratuito y que no necesita de mucho tiempo para dejar satisfecho al peregrino.

En la jornada de hoy hay un punto que asusta cuando se observa el perfil de nuestra etapa: el alto del perdón. Más fiero el león de como es pintado, pues aunque exige cierta firmeza tanto en las piernas como en la cabeza, no es comparable con otras elevaciones superadas. Tal vez haya que dirigir más la atención al descenso de nuevo pedregoso (modalidad más propia del demonio que del apóstol), que además aparece cuando las fuerzas flaquean, ya hacia el final del recorrido.
Antes de esa barrera natural entre dos mundos, el peregrino ya ha abandonado la ciudad, atravesado la Cendea de Cizur (grupo de municipios pegados a Pamplona) y se ha aventurado por una extensión amplia de cereales que atrae la vista con ese amarillo propio del Van Gogh más desaforado, y con el verde reapareciendo aquí y allá, las colinas a media distancia, los girasoles secos y encorvados, que hacen en diferentes momentos que el viajero se pregunte dónde los había visto antes. Castilla y la Toscana acuden rápidamente a confundir a la memoria. Entonces el caminante se sacude el sueño y decide no dejarse engañar. Estamos en Navarra, señores, y las comparaciones son odiosas. Miren y gocen, y dejen de darle a las meninges, que quien piensa mucho no siente demasiado, por lo que se pierde la gracia de la vida.

Antes del alto del perdón, se supera la fuente milagrosa que surgió como recompensa por la capacidad de un peregrino para resistir a las tentaciones de diablo. Como las del desierto, estas debieron ser fuertes aunque se terminaran antes de llegar a la cima, lo cual fue cosa positiva, pues bien habría podido repetir satán aquello de et ait ei tibi dabo potestatem hanc universam et gloriam illorum, y no sé si aquel peregrino de alma resistente habría podido entonces sobrevivir a tan tremenda prueba de integridad cristiana.
Cuando llegamos al destino el pueblo está en fiestas. En el albergue nos damos cuenta de haber hecho la reserva con fecha de ayer 🤦🏻♂️, pero el hospitalero resuelve el entuerto con espíritu compostelano y nos acomoda como si nada. La espalda ha dado muestras de cansancio importante. La mochila parece ser a veces cama de faquir y en algunos tramos del camino el peregrino no sabe ya cómo colocarse, de modo que no es fácil resistirse a otra tentación de la jornada: masaje de 25 minutos con fisio deportiva. ¿No será el hospitalero una nueva cara del diablo, que se descerebra por llevar a cuántos más peregrinos a su redil de llamas? Recordamos el consejo de no darle demasiado a las meninges y concertamos cita. Arantxa, la fisioterapeuta, no tiene aspecto de Pedro Botero, aunque esa combinación de dolor y placer que sabe provocar haría dudar a cualquiera. Dice que en marzo empieza su temporada peregrina. Mi penitencia: tres padrenuestros al sóleo y diez avemarías al cuello y al omóplato izquierdo. Pecado antiguo, me dice, que no hay que echarle toda la culpa a la mochila.
El pueblo en fiestas, la plaza contorneada por un burladero que contiene a las vaquillas que hacen las delicias de los lugareños. Recortes y esas cosas, nada de corridas de toros (me dice un propio). Y los niños debajo de las gradas para ver los toros por debajo de la barrera. Cuestión de adrenalina más que de perspectiva.

Pensamientos del día
La tentación no solo vive arriba.
Si duele, es que está vivo.
La necesidad agudiza el ingenio.
Llegas de nuevo
pero nunca te quedas.
Lo llevas dentro.

Poema de Travesía
El poema Juego infantil habla describe una actitud propia de los niños: la travesura. Las acciones que se suelen definir tales van acompañadas de una cierta cantidad de indulgencia por parte de los adultos. El mero hecho de utilizar este término implica ya un cierto grado de disculpa. “Pobrecito, es tan pequeño, solo es una travesura”.
Aqui, sin embargo, se habla de un cierto grado de maldad que no es reprimido por los mayores, y el niño, que necesita ser orientado para saber lo que está bien y lo que está mal, se extraña de que nadie lo reprenda. Su instinto lo lleva a esos actos caprichosos que pueden perjudicar a los demás, pero al mismo tiempo su racionalidad le indica que se merece un castigo y que necesita una lección. En este caso eso no se produce y el resultado es que sigue su camino desorientado, sin saber cómo continuar.
Juego infantil
Bajo los arcos de mis pies
el piso que me aguanta se transforma
y esa metamorfosis me divierte
y me invita a jugar. La tierra seca,
el polvo, la ladera, el asfalto o el fango,
las hierbas de los pastos.
A veces un impulso irrefrenable
me hace poner la zancadilla.
Disfruto el transeúnte que resbala
y escondo mi sonrisa entre las manos.
Chapoteo con los pies encima de los charcos
desperdigando el barro entre los otros.
Nadie me implora ni me recrimina
porque todos disculpan mi inocencia.
Mi corta edad me dicen que me impide
conocer el alcance de mis actos,
la gravedad del hecho que provoco.
Mientras, guardo silencio sorprendido
por el alcance de los otros actos
(aquellos que cometen
los que siempre perdonan mi arrogancia).
¿Pasará la indulgencia que me salva?
Sigo pensando que la vida es juego
y el vértigo me frena
cuando quiero avanzar entre la masa.
[ITALIANO]
Nuovi paesaggi e primi dolori
Lasciar Pamplona è sempre un dispiacere per qualsiasi viaggiatore, pellegrino o meno. Percepisce con chiarezza il camminatore che la città, anche se non è una metropoli, offre molto in cambio di quasi niente, per cui gli sembra un peccato di una certa importanza abbandonarla senza nemmeno averla visitata come si deve. Meno male che gli rimane la consolazione che il suo pellegrinaggio disinteressato può valere per espiare la colpa, dato che (nonostante quest’anno non sia Anno Santo Compostellano e per tanto arrivare al traguardo non gli serva per avere l’indulgenza plenaria) ha la speranza che come minimo possa essergli utile per risciacquare la sua anima, consumata dalle debolezze quotidiane, e lasciarla come nuova.

Oltre qualche passeggiata in centro e un soggiorno breve nella Plaza del Castillo che quasi gli provoca una polmonite (22 gradi e un vento del nord che faceva contrarre la pelle in secula seculorum), ricorda particolarmente la visita al Centro d’Interpretazione del Cammino di Santiago, dove il visitatore è accolto da Mikel, giovane lavoratore del Comune di Pamplona che spiega con la devozione di colui che ama il suo lavoro, ma senza la prepotenza di chi ha il piacere di conoscersi. Museo gratuito che non ha bisogno di molto tempo per lasciar soddisfatto il pellegrino.
Nella giornata d’oggi c’è un punto che fa paura quando si osserva il profilo della tappa: L’Alto del Perdono. Non è così feroce la fiera, in realtà. Certamente, richiede la fermezza di gambe e testa, ma non è paragonabile con altri dislivelli già superati. Magari bisognerebbe concentrarsi sulla discesa di nuovo sassosa (tipologia più del diavolo che dell’apostolo), che per di più appare quando le forze cedono, verso la fine del percorso.

Prima di quella barriera naturale fra due mondi, il pellegrino ha abbandonato la città attraversando la Cendea de Cizur (agglomerato di paesi attaccati a Pamplona) e si è avventurato in una estensione ampia di cereali che attira la vista con quel giallo proprio del Van Gogh più scatenato, e con il verde qua e là, i colli in mezzo, i girasoli secchi e incurvati, che fanno sì che il viaggiatore si chieda ripetutamente dove li aveva visto prima. La Castiglia e La Toscana arrivano veloci a confondere la memoria. Allora il camminatore si scrolla di dosso il sonno e decide di non lasciarsi ingannare. Siamo nella Navarra, signori, e i confronti sono odiosi. Guardate e gioite, e smettetela di scervellarvi. Chi pensa molto non sente troppo, per cui perde il gusto della vita.
Prima dell’Alto del Perdono si supera la fontana miracolosa nata come ricompensa per la capacità di un pellegrino di resistere alle tentazioni del diavolo. Come quelle del deserto, queste furono molto probabilmente altrettanto forti, anche se finirono prima di arrivare in vetta. Questo fu cosa positiva, perché il diavolo avrebbe potuto ripetere quella frase di et ait ei tibi dabo potestatem hanc universam et gloriam illorum, e non so se quel pellegrino di anima resistente avrebbe potuto sopravvivere dopo una prova d’integrità cristiana così tremenda.

Quando arriviamo a destinazione il paese è in festa. All’ostello ci rendiamo conto di aver fatto la prenotazione con la data di ieri, ma l’hospitalero risolve il problema con spirito compostellano e ci ospita come se niente fosse. La schiena ha dato testimonianza di una stanchezza importante. Lo zaino sembra essere a volte un letto di fachiro e in alcune tratte del cammino il pellegrino non sa più che posizione adottare. Non è facile, quindi, resistere a un’altra tentazione della giornata: massaggio di 25 minuti con specialista sportivo. Non sarà l’hospitalero un’altra faccia del diavolo, che si scervella per portare nel suo serraglio in fiamme il maggior numero possibile di pellegrini? Ricordiamo il consiglio di non pensare troppo e prendiamo appuntamento. Arantxa, la fisioterapista, non assomiglia al demonio, anche se quella combinazione di dolore e piacere che provoca farebbe dubitare chiunque. Dice che a marzo inizia la sua stagione pellegrina. La mia penitenza: tre Padrenostro per il soleo e dieci Avemaria per il collo e la scapola sinistra. Peccato vecchio, mi dice, non si deve dare tutta la colpa allo zaino.
La piazza del paese in festa è circondata da una barriera di legno dentro della quale i tori giovani fanno divertire i paesani. Niente corrida, mi spiega uno di loro. Solo recortes (provocazioni verso il toro al fine di coinvolgere il pubblico) E i bambini sotto gli spalti per guardare i tori da sotto. Questione di adrenalina più che di prospettiva.
Pensieri della giornata
La tentazione non solo vive al piano di sopra.
Se fa male, è sicuramente vivo.
La necessità aguzza l’ingegno.
Ci sei di nuovo
ma non puoi rimanerci.
Lo porti dentro.

Poesia di Travesia
La poesia Gioco infantile descrive un atteggiamento proprio dei bambini: la birichinata. Le azioni che di solito vengono definite tali sono accompagnate da una certa quantità d’indulgenza da parte degli adulti. Il solo fatto di usare questo termine implica un certo livello di scusa. “Poverino, è così piccolo, si tratta solo di una birichinata”.
Qui, però, si parla di una cattiveria che non è ripresa dai grandi, e il bambino, che ha bisogno di essere orientato per saper distinguere il bene dal male, è stupito dal fatto che nessuno lo riprenda. Il suo istinto lo porta a questi atti capricciosi che possono danneggiare gli altri, ma allo stesso tempo la sua razionalità gli dice che si merita un castigo e che ha bisogno di una lezione. In questo caso quello non avviene e il risultato è che continua la sua strada disorientato, senza sapere come andare avanti.
Gioco infantile
Sotto la pianta dei miei piedi
la terra che mi regge si trasforma
e mi diverto con la metamorfosi,
che mi invita a giocare. La terra secca,
la polvere, il declivio, l’asfalto, la fanghiglia,
e le erbe dei pascoli.
A volte un impulso irrefrenabile
mi fa fare lo sgambetto.
Godo gli scivoloni dei passanti
e nascondo il sorriso fra le mani.
Sguazzo con i piedi nudi nelle pozzanghere
schizzando del fango sugli altri.
E nessuno mi prega o mi rimprovera,
mi perdonano tutti l'innocenza.
La mia giovane età -dicono- mi impedisce
di conoscere il peso delle azioni compiute,
la gravità del fatto che produco.
Nel frattempo, faccio silenzio sbalordito
dall’impatto delle altre
(quelle che commettono
coloro che perdonano da sempre l’arroganza).
Finirà l’indulgenza che mi salva?
Continuo a pensare che la vita sia gioco.
Mi frena la vertigine
se voglio proseguire nella folla.
Una etapa más a vuestras espaldas. Que no decaiga el ánimo. Me encanta leer el capítulo cada mañana.
Te quiero mucho hermano.
Cuidaros
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Un beso
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Quien piensa mucho no vi e demasiado….
¡Ójala y fuera tan fácil como leerte!
🥰😍🥰😘
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Nada hay fácil
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¡Se puede hacer reserva en los albergues! Cuando yo lo hice eran otros tiempos.
¡Forza Francesco!
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No en todos. La hacemos el día anterior.
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Madre mía, Edu. Felicita al escudero, es un artista!!!
Y , como siempre, una delicia leer tu diario de a bordo.
Besos 😘
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