
Los diecisiete poemas de Catálogo de opiniones impopulares constituyen un inventario de pensamientos que asoman cíclicamente a la mente del autor y que tienen como hilo conductor el hecho de no ser muy habituales o populares entre las personas de su entorno. A partir del regreso a la rutina después del verano, el poeta se enfrenta a sus propios miedos domésticos, a su pesimismo cotidiano, a las noticias del periódico, a las instituciones o los valores entronizados por la sociedad contemporánea, y se los presenta a sí mismo hablándose en voz alta, con el objetivo de comprender a los demás y comprenderse, pero sin la certeza de haberlo conseguido.
El verano te engaña No es verdad que me gusten los veranos. Son mejor que el invierno, eso es posible, pero al final te acaban saturando como todas las otras estaciones. El otoño deprime con sus sombras, el invierno aletarga las pasiones, en primavera llegan las alergias y el verano te engaña como siempre. Da igual que hayas vivido cien veranos, el truco es siempre el mismo. Te hace quitarte pronto la camisa y ponerte los pantalones cortos para mostrar la piel que nunca enseñas sino en las cenas íntimas, con esas confesiones de los postres. Luego te sube la temperatura y te aumenta la sed secando la saliva de tu boca: Te encuentras con rincones de tu cuerpo que sueles esconder y te empuja a beber cualquier brebaje frío para encontrar la calma. Ese borde del vaso o la botella que sacia tu apetito tiene mucho de labio como el tuyo, y en esa maniobra de despiste gana el verano todos sus adeptos. En realidad, solo es sudor y noches sin sosiego, tardes de fuego en que morirse en casa. Respirar se convierte en imposible y dormir solo, el máximo deseo.